Despertar

Despertar

Despertar separados

lejos, en la distancia

a estrellas abrazados

sin perder la elegancia.

Tu mirada perdida

allá en el horizonte

buscando la salida

por no perder el norte.

Te miro, tú me miras

lejano en el espacio

oigo como suspiras

y te beso despacio.

Tus labios de sandía

con su fresco sabor

tu voz su melodía

que calma mi dolor.

Espero no te importe

que te escriba estos versos

se que es no es un gran aporte

también se que están dispersos

mas no tengo ahora otro modo

de hacerte saber lo hermoso

que es vivir siempre a tu lado

y que eres maravilloso.

Sonando: “Your song”  Elton John

Sabor de este freyisuisse: Sandía fresca y cocacola.

Caracol, col, col.

Caracol, col, col.

Tras la puesta de sol

repleta de belleza

paseaba un caracol

detrás de la maleza

y en la roca subido

oteaba grácilmente,

– Parece que ha llovido-

dijo grandilocuente

las gotas en las hojas

temblaron lentamente

y el bello caracol

sonrió alegremente.

Pues tras la lluvia fina

salió la luna llena

 y con su tez albina

calmó toda su pena.

Miraba con pasión

aquel cielo estrellado

sintió su corazón

feliz y consolado,

tras horas sin dormir

solo mirando al cielo

dejó al fin de sufrir

hallando en él consuelo.

Amanecía de nuevo

en el extenso prado

el sol grande y longevo

había al  fin despertado.

En ese nuevo día

el esbelto caracol

gozoso y con energía

sacó sus cuernos al sol.

Sonando: «May it be»  Enya

Sabor de este freyisuisse:  Frutas del bosque y un chorrito de chocolate amargo caliente.

Sabe a Yogur.

Sabe a Yogur.


¿Qué es amar?

¿Qué es querer?

¿Qué es sentir?

¿Qué es el amor?

Sabe a yogur

¿Lo has probado ya tú?

¿Es que no te gustó?

¿Ya no va junto a ti?

¿Ya no quieres que esté?

¿O no sabes donde está?


Lo hice, lo destapé. Su intenso y afrutado aroma se recrea amistosamente alrededor de mi poco estilosa pero pronunciada nariz hasta introducirse suave y calidamente llenando por completo mis hoquedades que se deleitan con un leve aleteo mientras aspiro ese aire perfumando. Mis ojos miran fijamente ese color, brillante y apagado, pastel y neón que espera ser devorado. Su luz parpadea y mi vista se nubla de gozo al acercarse el momento.  No puedo resistirme y mi meñique roza suavemente su textura deliciosamente suave, cremosa, sin deshacer su figura, ahora llevo su olor en mi piel. El silencio es mi aliado en este momento de placer. Mi lengua está preparada para esa explosión de sabor, mis sentidos, todos van a disfrutar de este momento, cojo el instrumento adecuado y lo pruebo. Su sabor llena por completo mi boca que se vuelve agua, un manantial, una catarata que fluye hacia el mar. Lo hago, una y otra vez. Cuando todo llega a su fin, cuando el éxtasis invade el lugar, entonces trago y guardo en mi recuerdo esos momentos. Empiezo a planear la próxima vez, la próxima vez que me coma un yogur natural azucarado.


Sonando: «L.O.V.E.» (Nat King Cole) Versión de Joss Stone

Sabor de este freyisuisse:  Yogur natural azucarado y una pizca de jengibre.

Regálame tu universo.

Regálame un universo.

Regálame una estrella

en el lejano espacio

dentro de una botella

que beberé despacio,

rico licor celeste

azul, anaranjado

rojizo y luego agreste

que pronto se ha apagado.


Regálame una Luna

en su cuarto creciente

que luego se hará llena

con brillo reluciente

satélite cantor

que gira sin cesar

sin saber que a su amor

nunca podrá alcanzar.


Regálame un poema

sobre el cielo nocturno

sobre constelaciones

o un astro taciturno,

regálame a Polaris

Tú, mi astronauta fiel,

regálame galaxias

pintadas en mi piel.

Sonando: Dunas de poemas”Rosana.

Sabor de este Freyissuise: Vainilla y mango de color del Sol.

Un corazón en llamas sobre cenizas.

Un corazón en llamas sobre cenizas:

De cómo le conocí hasta hoy.


Capitulo I: Primeros momentos.


Poesía es un conjunto de palabras que salen del alma cuando menos te lo esperas, es un cúmulo de sentimientos, un describir momentos, un sentido activado de repente, el gusto, el olfato, el oído, el tacto, la vista. La visión de un olor que sabe a música. La tormenta de un ser que se desvanece en el mar en mitad de un anochecer tan rojo como la sangre de un corazón enamorado. La poesía es un antes, un durante y un después.

Mi historia, la que hoy voy a contar, es pura poesía, nacida de un corazón en llamas cuando aún era cenizas. No creáis que es imposible arder sobre cenizas, aunque no lo parezca no hay nada imposible, bueno si, algo sí, que esta historia se termine. Pero ya entenderéis el porqué, no es momento ahora para esos desvelos.

Lo común nos hace accesibles a los demás. Él y yo teníamos algunas cosas en común aunque menos de las que quizá nos gustaría. O quizá no, las diferencias nos hacen seres únicos, algo que en una sociedad en busca del estereotipo perfecto no abunda. En el mundo había algo que nos unía y que en aquella época aún era bien apreciado por los dos. En el mundo había algo en lo que los dos pensábamos, para lo que los dos trabajábamos, en definitiva, algo a lo que los dos dedicábamos nuestro tesoro más preciado, el tiempo. Él y yo teníamos una afición común gracias a la que mantuvimos nuestros primeros contactos. Simples saludos o ironías sin importancia ya que las mayores ironías nos las jugaría la propia vida, ya lo iréis viendo. Internet nos brindó la oportunidad que el azar nos negó. Quince años en la misma ciudad son muchos para no habernos cruzado ninguna vez. Esa iba a ser la primera de las tantas ironías que la vida nos ha puesto sobre la mesa. Nunca nos habíamos visto, ni cruzado, en quince años que sarcástico resulta el destino cuando quiere. Y a la vez que bello al reunirnos en un lugar mucho más grande, extenso y amplio que una ciudad, como es la red internauta.  Él y yo nos conocimos en Internet, sí, allí fue.

Y como si de un simple juego de naves espaciales se tratara, como si pilotásemos una nave colonizadora en busca de un hueco en un sistema solar de una galaxia perdida en lo más recóndito de un universo cualquiera, comenzamos a  volar juntos en conversaciones eternas hasta las madrugadas. Conversaciones de todo y de nada, conversaciones de bar y de embajada, conversaciones declarando intenciones y firmando treguas a algunas discusiones. Conversaciones entre los dos y con más gente. Hablando de la universidad y de la vida, hablando del universo, de los compañeros, de las alianzas y demás cosas de un juego que nos lleno por bastante tiempo. Una de esas charlas es hoy otra curiosa ironía, que nos regalo nuestro sentido del humor, cuando yo aún bebía los vientos a otro chico de mi edad, cuando en aquel universo en el que los dos intercambiábamos a menudo respuestas del trivial, acordamos que nos casaríamos. Espero que se acuerde, de cómo nos reíamos cuando preparábamos la boda delante de todos, eligiendo los invitados y demás, observando como toda la gente se lo tomaba en serio y como se quedaron cuando vieron que solo era un chiste nuestro. Espero que se acuerde de esos privados entre lágrimas por las carcajadas que suponía aquella mentirijilla propia de “Inocente, Inocente”.

Tardes de amenas palabras a la salida de la facultad, de planes y  estrategias para un juego ya olvidado. Es difícil saber cuando sucedió pero pasó, nos hicimos muy amigos, y de entre tantas personas que había a mi alrededor, me guarde dos confidentes, Él y el Rey, pero del Rey ya hablaré más adelante. Y siendo mi confidente descubrió mi ocupado corazón, no se qué pudo llegar a pensar, ni cuánto daño le pude hacer, sólo se que al final la táctica del hombro amigo le funcionó. Estuvo a mi lado cuando me reía y cuando lloraba,  sin dar a entender nada de su interior. Olvidándose de sus sentimientos sólo para mí, para que no sufriera yo. Se preocupaba tanto por mí sin que yo lo supiera, buscaba las palabras adecuadas para hacerme sentir bien, con Él a su lado, como amigo, como confidente, nada parecía un problema… todo parecían buenos momentos.
Y a pesar de todas esas risas que hoy guardo en cajitas de recuerdos, no todo iba a ser bonito ni gracioso a nuestro alrededor.  Una noche, entre lágrimas de tristeza, escuché su voz por primera vez. Una voz que hoy puedo escuchar todos los días al levantarme y al acostarme, una voz que siempre dice más lo que piensa que lo que siente, una voz que siempre siente más de lo que dice. Una voz que sentencia cuando habla y resume con silencios. Una voz que arropa y consuela si lo necesitas y es veloz hacha cuando necesitas defensa. Una voz llena de matices, uno por cada película que sus ojos han visto. Una voz llena de conocimientos, uno por cada libro que sus ojos han leído. Una voz para el deseo. Una voz. Así es Él.  Y así se mostró ese día para mí con su hombro, en la lejanía, donde yo poder llorar la llegada de unas cenizas al corazón, la amargura de un corazón roto. Y aún sin conocer una mirada de sus ojos la herida fue sanando. Y así, mientras, continuamos nuestras charlas algún tiempo.


Continuará…

Sonando: «Fly me to the moon»versión de Utada Hikaru

Sabor de este Freyissuise: Stracciatella con galletas.

Todo me sabe a ti.

Todo me sabe a ti.

¿A qué saben los corazones rotos?

¿A qué saben los poemas de un adios?

¿A qué sabe la noche en pleno día?

¿A qué saben las lagrimas de amor?

¿A qué saben las cartas que no escribo?

¿A qué sabe cuando piensas en mí?

¿A qué saben los besos que nos dimos?

¿A qué sabe lo que siento por tí?

Sabe a chocolate, por su amargura

Sabe a limón, por su acídez

Sabe a fresa, por su frescura

Sabe a vanilla y su candidez

Sabe a naranja, por su brillo

Sabe a uva y su dulzor

Sabe a manzana y a pera

Sabe a plátano y melón

Sabe picante algunas veces

y otras empalagosamente a miel

Sabe a lo que tú quieras que sepa

solamente elije bien.

Sonando: «Sabor de amor» Danza invisible.

Sabor de este freyisuisse: Todo me sabe a ti.

Un ordenador, una vida.

Un ordenador, Una vida:

Un ordenador, una vida. Así podría definirse mi historia. Hace casi 10 años, cuando la edad de la tontería empezaba a aparecerse lentamente, observaba como mis compañeras de colegio vivían intensas historias de amor, porque los amores de los 12 a los 15 años en mi época eran de lo más intensos, todo te daba vergüenza y se buscaban miles de juegos en los cuales un beso en la boca rompiese el hielo. Simplemente fui una observadora más como alguna compañera. No, no teníamos demasiada suerte con los chicos, quizá no era el momento. En el instituto nada parecía cambiar, y en un esfuerzo por ser como las demás escribía en mi diario páginas de falsos sentimientos, que luego tiraba a la basura, en un intento por integrarme en el mundo del amor. Muy joven fui a la universidad. En la residencia de estudiantes todo iba igual y yo seguía sin tener suerte, quizá mi timidez o mi aspecto, o quizá no era gente suficientemente buena para mí. Pero allí después de sentirme aislada un tiempo encontré en un ordenador mi vía de escape. Mientras un ordenador me ayudaba a conocerme y a comprender el mundo, mi yo externo intentando integrarse cometía errores constantemente, sin darse cuenta de que eso que parecían tonterías para encajar le marcarían mucho tiempo hasta el punto de no conseguir olvidar y ser agujas afiladas en sensible corazón. Ese ordenador con el que tantos sentimientos he descubierto, gracias a el, descubrí el amor de los 15 años aunque tardío y también descubrí el amor de mí vida. Con el ahora disfruto cada despertar, sobretodo el fin de semana que me despierto con él a mi lado, además ya hemos fundado nuestra familia con un miembro más, nuestra mascota, que nos vuelve locos a los dos. Un ordenador me hizo vivir. Y ahora lo menos que puedo hacer es agradecerlo delante de toda la web. Gracias ordenador, ahora soy feliz.

Sonando: «Burbujas de Amor» Versión de Niña Pastori.

Sabor de este freyisuise: Galleta crujiente, vainilla y un toque de ralladura de naranja y azúcar.